domingo, 16 de mayo de 2010

El Techo Encima.

Siempre supe que el techo de mi cuarto me iba a caer encima. No era que lo sabia con certeza. Como uno sabe que se va a levantar de la cama y va a comer algo. No lo sabia asi, pero lo sabia. A veces se me venia a la mente la escena, sin que necesariamente estuviera pensando en ello. Otras veces me levantaba de golpe en la madrugada. Seguro de haber escuchado el fuerte sonido de madera o perling cediendo. Creo que fue asi como empeze a obsesionarme con la idea. Y entonces ya después lo pensaba deliberadamente. Me imaginaba que tipo de muerte seria. Repentina y rápida de un golpe certero a la cabeza? O quedaría convenientemente acomodado entre escombros para morir de desesperación y ansiedad antes de morir de pánico o hambre? Pero como siempre en la vida, lo que sucedió fue lo que menos había imaginado. Y no es decir poco, pues en mis muchas noches de pereza había llegado a considerar la mayor cantidad de escenarios que se me pudieron ocurrir. Hubo una época incluso, en la que estaba seguro que mis pensamientos desviados eran una especie de advertencia de algun ser superior que quería prepararme para lo que estaba apunto de ocurrir. Como si tal vez sabiéndolo desde antes, estaría mejor preparado y tuviera mayor oportunidad de salir con vida. Pero deseche la idea después de algun tiempo, cuando me di cuenta que la única razón por la que el techo se iba a caer, era para matarme. Nunca me aterro pensarlo, ni me alejo del sueño. Sino que siempre estaba en una especie de estado de alerta, y esto era lo que en realidad me molestaba. Porque no quería darme cuenta cuando sucediera. Para mi la mejor opción era sin duda morir de manera rápida y sin dolor. Curioso como me daba mas miedo el dolor, que la muerte. Si algo nos asegurara que la muerte no duele, le temeríamos igual? Tal vez no. Pero en mi caso, yo temia también la incertidumbre de lo que fuera a suceder después de morir. Asi que la idea de morir no se me hacia mas amigable. Pero igual la seguía pensando y esperando. Como consecuencia directa del techo cayéndome encima. Y asi pasaba el tiempo como si estuviera a punto de suceder. Atento a cualquier crujido o grieta repentina. Me caia el techo todo entero como una sola pieza mientras estaba acostado viendo tele. Entonces causaba una presión casi homogénea en todo mi cuerpo, que se explotaba como paquetito de salsa de tomate bajo una llanta de carro. Me caia un solo pedazo lo suficientemente grueso y centrado como para desnucarme y matarme de golpe. Y de paso, estaba lloviendo, entonces por el hueco entraba agua y se me mojaba la computadora. O sino se caia toda la casa entera. Asi que mi cuarto era el ultimo en colapsar, dándome suficiente tiempo para saber que toda mi familia había muerto primero y que yo estaba a punto de morir también. Le dio un sentimiento especial a mis noches debo decir, pues antes de dormir siempre me planteaba que tal vez no iba a amanecer al siguiente dia, entonces me despedia de la noche con ese aprecio del que sabe que es la ultima o al menos lo considera. Pero siempre amanecía. Y cuando abria los ojos, lo primero que estaba ahí era el techo. Y desde la primera hora de la mañana, ya lo veía donde se acercaba de manera rápida y violenta. Como si hubiera esperado toda la noche, pendiendo de una ultima fuerza en su estructura comprometida, para dejarse colapsar sobre mi apenas estuviera de vuelta de mi sueño. El peso tan insoportable. Una fuerza de magnitud incomparable a cualquiera antes sentida. Toda sobre mis entrañas sin ningún tipo de reserva. Un dolor inaguantable que sacaba los huesos de sus lugares y los quebraba en multiples pedazos. Peso y dolor. Agonia y después muerte. Este era sin duda mi destino. No era que ya lo había aceptado, sino que lo esperaba en cualquier momento.